El maestro que aprendió más que sus alumnos

Quitarse los zapatos al entrar a un supermercado, comer con las manos o tener dieciocho lenguas oficiales. Estos fueron algunos de los detalles que más impactaron a Carlos Ángel Jiménez durante su voluntariado internacional en la India.

Siendo el segundo país con mayor población del mundo, con un alfabeto completamente distinto al suyo y a más de diez mil kilómetros de su casa. Carlos Ángel Jiménez no se lo pensó dos veces: él quería pasar el verano de 2019 realizando un voluntariado internacional en la India. Pero no le fue fácil conseguirlo. Aunque se enteró de los primeros de esta convocatoria de la Universidad de Sevilla porque -como reconoce riéndose- “yo siempre me leo los correos institucionales”, tuvo que esperar a que seis rechazaran la plaza para que él se hiciera con ella.

Una vez allí, se quedó impresionado al ver con sus propios ojos una cultura que sólo conocía de oídas: “Lo poco que sabía del sistema de castas y del hinduismo fue porque lo aprendí en el colegio”. Es por esto que recomienda a quienes vivan una experiencia así que “se vayan unos días antes para aclimatarse a una sociedad que quizás sea completamente diferente a la nuestra”. En su caso, la duración de la beca era en principio de 45 días. Sin embargo, él y sus compañeras decidieron estar más tiempo en la India porque querían «terminar de cumplimentar ciertos aspectos» del proyecto por el que realizaban este voluntariado internacional.

Con la Fundación Vicente Ferrer en colaboración con Bibliobús Anantapur, Carlos participó en la introducción de la lectoescritura a personas adultas en el estado de Andhra Pradesh, una de las regiones más pobres del mundo. A través del método Montessori, crearon materiales y actividades para que la población adulta “pudiera estudiar en búsqueda de trabajo”.

Aunque a Carlos le gusta dejar una cosa bien clara: “No somos ‘salvadores de’. Simplemente vamos a un sitio a intentar echar una mano. En mi caso es la educación. Pero también puedes ser ingeniero agrónomo, matemático o periodista”.

Puede resultar contradictorio, pero quien más aprendió durante aquella experiencia fue el propio Carlos. En efecto, el maestro, el que en un principio iba allí a enseñar y no a ser enseñado. Pero es que con vivencias como esta se da cuenta uno que no todo está en los libros: “Te llevas una cantidad de aprendizaje personal, laboral y cultural. Al final lo más importante es la mochila que te llevaste vacía y vuelve llena con un montón de aprendizaje”. Hay experiencias que sólo se viven una vez. Aunque Carlos bien sabe que no será porque él no quiera. “Si a mí me dejaran, yo repetiría todos los años”.

Carlos Jiménez ha participado en la introducción de la lectoescritura a personas adultas en el estado de Andhra Pradesh