Daniel Innerarity
El filósofo Daniel Innerarity, experto en inteligencia artificial, se ha encargado este año de pronunciar la conferencia inaugural del curso 2024-25 en la Facultad de Filosofía, que celebra además el 50 aniversario de estos estudios en la Universidad de Sevilla. Bajo el título ‘Un nuevo contrato social entre los humanos y las máquinas’, Innerarity se ha adentrado en el nuevo escenario mundial que ya está dibujando la inteligencia artificial y que genera no pocos miedos y aversiones.
Innerarity es profesor de Filosofía Política y Social de la Universidad del País Vasco, director del Instituto de Gobernanza Democrática y es, además, titular de la Cátedra Inteligencia Artificial y Democracia del Instituto Universitario Europeo en Florencia. Durante su intervención ha defendido una relación inteligente entre humanos y máquinas, abogando por el acompañamiento crítico desde el diseño y hasta la implementación de la IA, una opción que considera mucho más efectiva que ejercer el control sobre esta nueva tecnología.
A nadie se le escapa que la inteligencia artificial va a suponer una revolución a la altura de la revolución industrial o quizá aún más profunda, ¿qué panorama se le plantea al ser humano?
Esta tecnología nos está obligando a redefinir muchísimos de nuestros conceptos y sobre todo, nuestras prácticas sociales. La privacidad, el control, la humanización, la seguridad, el riesgo no van a significar lo mismo. Esto explica que haya a veces un poco de histeria o inquietud. Lo que debería haber es responsabilidad ante un instrumento tan potente que tendremos que aprender a regular.
¿La IA es una amenaza o una oportunidad?
Es una fase más en el desarrollo tecnológico y los humanos con la tecnología hemos hecho cosas buenas y cosas malas. Yo tengo una visión en principio optimista de la tecnología. No se trata de echar el freno de la historia, ni de volver a un pasado, sino que se trata de pensar mejor y formular mejor la relación entre los humanos y la tecnología.
La inteligencia artificial nos va a demandar utilizar nuestra inteligencia con mayor precisión o creatividad
¿Puede caer en decadencia el ser humano con el desarrollo de la IA?
Con esa tecnología podemos hacer barbaridades, como lo hicimos con la energía nuclear. Los seres humanos somos libres. Es muy difícil predecir lo que vamos a hacer. Si yo ahora hiciera una previsión con toda seguridad de cómo vamos a actuar con esta tecnología, estaría negando la raíz de la solución que es la libertad humana. Tenemos que integrar en el mundo humano realidades no humanas como la tecnología y abandonar la contraposición humanos-máquinas.
¿Cuál es el gran enemigo de la humanidad?
El gran enemigo de la humanidad es la humanidad misma. Los grandes riesgos que tenemos hoy los seres humanos no vienen de fuera. Lo difícil es resolver problemas que nosotros mismos estamos generando con nuestras prácticas estúpidas e irracionales.
¿Puede poner algún ejemplo?
El cambio climático. La parte de este que se debe a una evolución natural del clima es menos relevante que la parte generada por los propios humanos con nuestro modelo productivo, con nuestro consumo, con nuestra movilidad. Es el ejemplo más palmario que tenemos de comportamiento que en el medio y largo plazo produce resultados indeseados para los humanos.
¿Qué futuro tiene la democracia?
El mismo futuro que tiene la libertad, depende de cómo la configuremos. Pero la democracia es un sistema político que además de responder a unos valores justicia, igualdad, libertad, es más inteligente que sus modelos competitivos. Es una forma bastante inteligente de organizar la convivencia: mandatos limitados en el tiempo, limitación de lo que puede hacer un gobernante, contestabilidad de sus decisiones, espacio de deliberación, de contestación y de crítica. Los humanos en ese entorno somos más razonables que en entornos autoritarios. Esa es la gran revolución de las democracias.
Pero en este momento, la democracia está en cuestión…
Hay un doble tipo de cuestionamiento de la democracia. Por un lado están los malos actores autoritarios, que quieren subvertir nuestro modo de convivencia. Aunque siendo peligrosos los sabemos identificar y resolver. Pero hay propiedades con las que está teniendo que lidiar la democracia que hacen de la política una actividad muy complicada. Los humanos -tanto los electores como los elegidos-, hacemos muchas cosas muy estúpidas, tenemos muchos sesgos, muchos prejuicios. Y, además, tenemos un entorno informativo muy caótico, con todo el tema de las fake news y la desinformación. Pero también el que haya tanta información y que sea tan difícil discriminar la basura del conocimiento verdadero, hacen de la política un experimento que es difícil de llevar a buen puerto.
La IA va a cambiar muchas de nuestras prácticas sociales
¿Cuál debe ser la relación de los estudiantes universitarios con la IA?
Para los filósofos es una ocasión para repensar aspectos que nos va a obligar a repensar muchas cosas. Decía Norbert Wiener que el mundo futuro con la inteligencia artificial no va a ser un mundo en el cual los humanos estemos sentados en hamacas servidos por robots cómodamente o amenazados por robots que nos van a sustituir en nuestro trabajo, sino más bien nos va a demandar utilizar nuestra inteligencia con mayor precisión o creatividad. Nos van a obligar a redefinir qué es ser inteligentes. Diría a los universitarios que es una oportunidad magnífica de aprender.
¿Cómo deben afrontar las universidades este nuevo escenario?
Dejemos de pensar en la IA como una cuestión de orden público de control entre estudiantes y profesores, y pensémoslo como una gran oportunidad de ver que hay cosas que estamos haciendo que no tienen mucho valor. Yo cada vez doy menos información en clase, porque Google sabe más que yo. Creo que lo que los estudiantes esperan de nosotros, los profesores, es que les demos criterios para buscar y que les demos alguna idea que les sea útil para saber que han encontrado lo que estaban buscando. Eso no es una habilidad de las máquinas, sino de profesores y estudiantes. Liberémonos de la carga de buscar información, que está muy accesible y dediquemos la inteligencia que tengamos a otras tareas que tienen mucho más valor.
¿Cómo vive usted esta situación?
Lo voy a decir un poco provocativamente, los filósofos lo pasamos muy bien con las crisis, todo está revuelto, tenemos muchísimo trabajo, porque hay muchas cosas de pensar. Yo tengo una contradicción, lo paso muy bien cuando todo está patas arriba, pero como ciudadano, debería desear vivir en tiempos menos inquietantes para nuestros conciudadanos y para nosotros mismos. No obstante, tampoco hay razones para tanto pesimismo como el que yo advierto.