Diego Galindo

Stranger Things se publica en multitud de países, donde los fans devoran todo lo que sale

Cuando la inspiración llega, hay que dejarla fluir

¿Qué debe tener un cómic para que funcione? Tiene que ser una buena orquesta. Ninguno de los instrumentos debe desafinar. El guion es el alma de la historia, si no funciona, es muy difícil que lo haga el cómic. Lo ideal es que todo funcione, el guion, el dibujo, que la edición esté cuidada, que el papel sea el adecuado. Si todo suena, tienes un producto espectacular que va a enamorar. Claro, si alguna de estas patas cojea, ya vamos a productos más mediocres, que no terminan de enganchar al público.

Soñaba de niño con ser Picasso y ahora es dibujante de los cómics de la serie Stranger Things que se ha convertido en un verdadero fenómeno de masas. Diego Galindo, que recientemente ha recibido la Medalla de Oro de la Provincia, se licenció en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, donde tuvo la oportunidad de ser profesor durante un año. Nos cuenta su trayectoria como artista plástico y lo que ha supuesto para él trabajar para una serie que cuenta por millones sus fans.

¿Cómo fue esa primera atracción por el cómic?

Fue muy temprana. Más que por el cómic fue por el dibujo. Era muy, muy pequeño, tendría cuatro o cinco años. Recuerdo haciendo un dibujo de una historia ilustrada de Ulises y mi padre me dijo no lo calcara. Ahí comencé a amar aún más el dibujo. Llevé a clase un dibujo de Superman que pidió la profesora y ella se indignó muchísimo porque decía que no podía haberlo hecho yo. Lo pintaba todo, las paredes de mi casa, el sofá, las sillas de la cocina (risas). En el momento en que yo me ponía a dibujar sobre un papel, el mundo desaparecía y mi mundo era ese folio, ese papel en blanco.

¿Quiénes fueron determinantes en ese proceso de conversión en artista plástico?

Mis padres me compraban paquetes de folios de 500. En casa no es que sobrase el dinero y ellos, borraban los bocetos que yo descartaba para que pudiese reutilizar esos folios. Ya en la adolescencia, me hice con un grupo de amigos a los que les gustaban más o menos las mismas cosas, los cómics, los juegos de rol, la fantasía y ahí fue el primer gran salto de dibujo. Competíamos entre nosotros. Yo era el más pequeño, tenía que esforzarme más. Eso me motivó a crecer, porque yo veía que si le dedicaba tiempo crecía más.

¿Quiénes han sido sus referentes en el mundo del cómic?

He tenido muchos referentes. Probablemente uno de los más importantes fue Carlos Pacheco, porque era andaluz y es el primer español que verdaderamente cruza el charco y consigue entrar en Marvel, lo que me abrió los ojos a que se podía desde aquí conseguir este tipo de cosas. Una de las personas que más ha influido en mi trayectoria profesional ha sido mi amigo de la infancia Roger Bonet, con el que pierdo el contacto cuando me mudo de Barcelona a Sevilla y con el que reconecto a los treinta años, cuando él ya está trabajando para Marvel como entintador. Es entonces cuando me dice que se puede vivir de esto. Empezó a ayudarme a mejorar mi estilo y me dio ciertas claves que son importantes.

¿Se enfocó directamente hacia la industria americana?

Cuando entras en el mundo del cómic es cuando empiezas a conocer y te das cuenta de que la gente que se dedica al cómic en España no vive de ello. Entonces empecé a mirar al mercado del exterior. Vi que Francia funcionaba de una manera donde se daban ciertos beneficios que estaban bastante bien y Estados Unidos igual. Y por un tema de trayectoria personal y del tipo de cómics que había leído cuando era más pequeño, me di cuenta de que mi mercado era el americano, porque era donde yo me sentía más cómodo.

¿Cómo fueron los comienzos en Stranger Things?

Tras unos cuantos años dedicándome profesionalmente al mundo del cómic, llegó la oportunidad de hacer una portada donde se juntaban dos cosas que a mí me encantaban: Stranger Things -era fan de la serie- y Dragones y Mazmorras -había jugado de pequeño con mis compañeros-. Me dieron la descripción de lo que tenía que hacer y a mí no me terminó de parecer bien, porque yo tenía una idea muy clara de lo que quería hacer con esa portada. Me pedían que hiciera los personajes de los niños en el juego de rol, pero lo que hice fue disfrazar a los niños de Stranger Things de sus personajes, como si estuvieran metidos en el juego. Les encantó la idea y cuando terminé la portada me ofrecieron hacer una prueba para interior. No pasa siempre, pero cuando la inspiración llega, hay que dejarla fluir.

¿Qué ha supuesto para usted dibujar Stranger Things?

Es una serie que ha generado un movimiento gigante, hemos publicado por medio mundo y lo alucinante de esto es que haya llegado a España con la fuerza con la que haya llegado. ‘La Tumba de Iben’, por ejemplo, fue el número 13 en ventas en septiembre del año pasado en Estados Unidos. Y claro, estar en un top 20 en Estados Unidos es una pasada. Pensaba que Stranger Things iba a ser un trabajo más pero no, es el que más peso ha tenido en mi carrera y eso que he hecho cosas que han ido muy bien en cuestión de ventas, como Power Rangers. Con Stranger Things, estamos hablando de multitud de países donde los fans devoran todo lo que sale y además yo estoy orgulloso del trabajo que hemos hecho.

De todos los personajes, ¿cuál supone un mayor reto?

Dustin, sin lugar a dudas. Tiene un rostro diferente y peculiar, si te pasas un poco de convierte en una caricatura, y si no llegas, no consigues el parecido… eso lo convierte en el más divertido de dibujar también. Realmente, el mayor reto es conseguir que todos los personajes se parezcan a sus dobles televisivos.