Miguel Liñán
Profesor de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, siempre se ha sentido atraído por el periodismo de conflicto y la propaganda política. Especializado en el espacio geográfico de la antigua Unión Soviética explica que la propaganda de guerra tiene siempre como finalidad justificar la guerra y que las redes sociales nos transportan a una falsa inmediatez en la que puede haber mucha desinformación.
LIBROS
La trinchera permanente. Guerra, propaganda y campañas electorales. Argentina, Rosario. Editorial de la Universidad Nacional de Rosario. 2020.
Sistema mediático y propaganda en la Rusia de Putin. Coeditores: Adrián Tarín Sanz, Marta Ter, Miguel Liñán Salamanca. Comunicación Social. 2018.
Desinformación y Propaganda en la Guerra de Chechenia. Santander (ESPAÑA). Padilla Libros Editores y Libreros. 2005.
Propaganda y Política de la Unión Soviética en la Guerra Civil Española. 2003.
Se hace mucho análisis, mucha repetición de la misma información, pero la sensación que nos transmiten de la guerra en directo no es real. Tengo muchísimas dudas sobre lo que está ocurriendo dentro de Ucrania
Mi interés comenzó por el idioma, la literatura y la política, y acabé enamorado de esa zona del mundo
¿Cómo se hace uno experto en propaganda rusa?
Cuando estudiaba en la Complutense, desde el principio me interesé por el periodismo de guerra y la propaganda política. Coincidió con los años de la caída del muro de Berlín y esto me confirmó mi interés por el periodismo internacional. Así que comencé a estudiar ruso, hice en Rusia una primera estancia en el verano del 92, cuando acababa de caer la Unión Soviética, y más tarde me quedé a vivir allí alrededor de tres años. Mi interés comenzó por el idioma, la literatura y la política, y acabé enamorado de esa zona del mundo. Desde entonces, aunque he tratado otros temas, no he dejado de interesarme por Rusia, y concretamente en el campo de la propaganda.
En la US ha formado parte del Observatorio Eurasia y del grupo de investigación 'Memoria y Comunicación: los usos políticos del pasado'.
El Observatorio estuvo funcionando durante 15 años. Nació en esta Facultad con un grupo de estudiantes interesados en Europa del Este y en Rusia, que aún en la actualidad seguimos en contacto. De ahí han salido muchas de las publicaciones que he realizado sobre este tema. El grupo de investigación ‘Memoria y Comunicación’ sí sigue activo como grupo de trabajo compuesto por profesores y alumnos de la Universidad.
¿Qué se hace desde la Universidad de Sevilla para ayudar a los ucranianos?
El Plan que ha puesto en marcha la Universidad de Sevilla me parece bastante completo, con iniciativas muy interesantes. Son medidas que tienen que ver con la vivienda, la incorporación a las clases, tutorización a los alumnos, bonos comedor… Todo esto es esencial para que persona que llega sin saber el idioma, sin saber lo que le espera, y en muchos casos sin conocimientos previos de lo que es España, ni Sevilla ni la Universidad. Que la US tome iniciativas que puedan ayudar a los refugiados me parece una idea excelente y ojalá funcione.
¿Qué tenemos que saber para entender mínimamente las claves del conflicto sin que nos engañen?
Parto de la idea de que no podemos ser expertos en todo, y de que estar informados es un trabajo. Si no estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo somos más vulnerables a que nos engañen, somos más vulnerables a la desinformación y la propaganda. Antes de opinar hay que enterarse de lo que está ocurriendo para protegernos de esa desinformación.
Tengo la sensación de que me llega información de todas partes menos de Rusia.
Desde Rusia hay que leer a aquellos que sabían de este conflicto antes de que empezara, porque ahora mismo es muy difícil recibir información fidedigna desde dentro, por la sencilla razón de que prácticamente el gobierno ruso ha prohibido el periodismo dentro del país, incluidos los corresponsales extranjeros, que tienen que someterse a la ley rusa y allí hay ahora mismo unas leyes que prohíben hablar de esta guerra. Te puedes arriesgar a ser condenado a quince años de cárcel por decir algo de lo que está ocurriendo sobre el terreno, o lo que ocurre dentro del país, si Rusia considera que estás mintiendo sobre la operación militar de su ejército.
¿Cómo puede un periodista desarrollar así bien su trabajo?
Yo llevo siguiendo a los medios rusos desde hace muchos años y cada vez quedan menos de esos medios. Aquellos que tenían una voz discordante han desaparecido.
¿Cómo lo está viviendo la población rusa?
La situación que salta a la vista es, por una parte, una radicalización de los métodos de censura sobre el periodismo y, por otro lado, una población que está dividida en este asunto. Es muy difícil saber cuánta gente dentro de Rusia está apoyando las operaciones militares, y cuánta gente está en contra, por lo mismo que decía antes, porque dar tu opinión es imposible. Hay cientos de detenidos en las protestas y decenas de miles de detenidos de las de antes de la guerra, personas que se manifestaban en contra de la política de Putin y en contra de la, entonces, posibilidad de un conflicto. Es muy complicado evaluar quién está en contra o a favor de la política de Putin en las actuales circunstancias.
Putin justifica la acción como una actuación ‘contra el nacismo’ ¿Eso es propaganda o el anuncio de una acción inmediata?
Las dos cosas. Era una forma de hacer propaganda, una línea prioritaria en su propaganda exterior. La propaganda de Putin sobre Ucrania en los primeros momentos, cuando hablaba de la desnazificación, lo que estaba haciendo precisamente era utilizar algo que ha usado Putin en los últimos años: el vocabulario de la Segunda Guerra Mundial para mostrarlo como el liberador de Ucrania. La idea inicial era: Putin va a liberar Ucrania de su propio régimen nazi, justificando así la invasión. Si ponemos en una balanza los claros defectos que puede tener el gobierno de Ucrania desde el punto de vista democrático, y esa misma vara de medir la usamos para medir las condiciones dentro de Rusia… A lo mejor antes de desnazificar Ucrania habría que desnazificar el Kremlin.
Ucrania también hace su propia propaganda como víctimas…
¡No hay guerra sin propaganda! La propaganda de guerra empieza antes de la guerra, para justificarla, continua durante la guerra y se mantendrá en el recuerdo de esos dos pueblos, por desgracia, durante décadas. Es lo único que podemos garantizar. Todos los bandos en conflicto ponen en marcha sus mecanismos de propaganda, Ucrania también. Rusia tiene que justificar por qué ha invadido un país y es un trabajo mucho más complejo. Es mucho más fácil entender la propaganda ucraniana, porque es el país que se está defendiendo. Es más fácil explicar por qué plantas cara armada al invasor, porque es el agredido que se defiende, que explicar por qué agredes. Rusia está perdiendo la guerra de la propaganda en ese sentido.
Tiene varios libros sobre conflictos, desinformación, propaganda. ¿Lo que está pasando en Ucrania es de manual o hay algo nuevo?
El uso de las redes sociales, que son intensamente utilizadas para la propaganda, marca una diferencia que lo sitúa en el siglo XXI. Desde otros aspectos es una guerra de invasión bastante tradicional. Desde el 24 de febrero los mensajes son los habituales y las herramientas de desinformación también son las habituales. Sólo que esta vez, además de estar en los medios habituales, están en las redes. Lo que sí podría ser relativamente nuevo es que los medios de comunicación se han contagiado del ritmo de las redes sociales. Esta idea de que la información tiene que ser actualizada al minuto casa mal con el trabajo riguroso del periodista. No hay tiempo de hacer las comprobaciones necesarias para no difundir noticias falsas, si tengo que actualizar permanentemente mis contenidos. A esto hay que sumar un problema grave que es la precariedad absoluta en la que se encuentra la profesión, haciendo el trabajo en condiciones laborales muy problemáticas. Por eso no es extraño que a veces se den noticias sin contrastar. Dicho esto, creo que se está haciendo también un gran trabajo periodístico para cubrir esta guerra.
Pero la inmediatez de la noticia en un conflicto puede ser hipnótica…
Es sólo una impresión. Creemos estar viendo al minuto lo que ocurre, pero no es tan fácil, más allá de asuntos como que haya caído una bomba en un edificio. No hay certeza de lo que está ocurriendo. Tenemos muchos análisis, mucha repetición de la misma información, pero la sensación que nos transmiten de la guerra en directo no es real. Yo tengo muchísimas dudas sobre lo que está ocurriendo dentro de Ucrania, intento informarme a diario, y estoy acostumbrado a utilizar las fuentes variadas de esa zona.
¿Y después de esta guerra…?
Ojalá este conflicto sirva para replantearnos muchos de los grandes temas que tenemos pendientes dentro de Europa: nuestra relación con Rusia, nuestra propia defensa, cómo queremos en el futuro plantear nuestra relación con la OTAN… Aunque soy pesimista en eso, porque la guerra no es buena consejera para tomar estas decisiones. Pero si esta guerra está teniendo una cobertura mediática tan grande, que otras guerras no tienen, es porque nos afecta muy directamente. Es importante repensar todo lo que está poniendo encima de la mesa esta guerra. Este horror podría servir para replantearnos lo que va a ser la convivencia en Europa después de la guerra.