Paco Escobar

El guitarrista y profesor de la Universidad de Sevilla Paco Escobar ha publicado recientemente su discolibro ‘Támiris’, un “emocionario” de sentires que danza entre el flamenco y la poesía. Desde la cuna escuchaba cantar a su madre y esa pasión primera le llevó a estrechar la guitarra ya con siete años. Rescata, a través de la memoria viva del flamenco de antaño, las esencias más puras, dotándolas de nuevos sonidos y de las voces de cantaoras de la talla de Esperanza Fernández, Rocío Márquez o Inés Bacán. Paco Escobar ha hecho de esta devoción su trabajo y tiene la oportunidad de transmitirla en sus clases de Literatura Española e Hispanoamericana, en su prolijo trabajo como investigador y también en su labor como codirector, tanto de Enclaves -la Revista de Literatura, Música y Artes Escénicas de la US-, como de la colección monográfica Flamenco de la Editorial de la Universidad de Sevilla (EUS).

¿Cómo es esa combinación entre música y poesía en el discolibro?
Casi de forma natural, los dos caminos, la música y la poesía, se fueron dando la mano. Nunca los consideré dos campos estancos. Cada poeta lleva un músico interior e igual pasa con la música. Tocar la guitarra debe fluir de manera natural, como hablar. Trato de transmitirlo así a mis alumnos.

¿Se considera un teórico del flamenco?
El flamenco requiere de paradigmas de autorreflexión, de conciencia, de hacer un balance de dónde viene uno y hacia dónde quiere ir. Eso hay que hacerlo muchas veces desde reflexión teórica. Pero la música está vinculada a la experiencia y a la vivencia. Para componer unas alegrías de Cádiz, hay que saber de la teoría, pero cómo vas a hacerlo sin pasar por la Caleta, sin pasear por la Bahía, sin impregnarse de su aroma y sin beber de las fuentes.

¿Quién es Támiris?
Es un arquetipo de la antigüedad clásica, un personaje que encontramos en Homero, que aúna el verso y la música. Responde a la transmisión de sentimientos y emociones humanas, más allá de las fronteras del tiempo. Si leemos lo que tuvo que transitar Támiris, podemos encontrar su correlato en muchas de las vidas de los músicos en general y del flamenco en particular.

Propongo a mis alumnos trabajar con buenos modelos, para encontrar su propia voz

¿Se siente Támiris?
Cuando se compone es imposible desligarse de la experiencia. Cuando compongo lo hago por necesidad. Por ejemplo, mi madre falleció y la seguidilla que aparece en el disco, surgió durante el proceso de duelo. Me llevé un tiempo sin tocar la guitarra, transitando el silencio como una puerta para llevar ese duelo. Un día me levanté, me vino un fraseo y unos versos y surgió el tema completo. Hay que teorizar, ofrecer claves analíticas, para que llegue a discípulos, para que la cadena no se rompa, pero hay que vivir.

¿Qué es lo que ha querido transmitir con este disco?
Es como una especie de emocionario. Cada una de las voces que aparecen ahí representan una emoción concreta. Se puede leer de manera horizontal una narratividad, pero también seleccionar uno al azar, porque cada uno muestra una emoción. Inés Bacán, por ejemplo, representa la soledad, Rocío Márquez, la ternura, la profundidad es expresada por David Lagos.

¿Cómo cree que la juventud vive el flamenco?
Tengo una lectura de esperanza. Cada vez hay más recursos. Cuando yo empezaba era difícil, juntaba mi dinerillo, y además de mis cuerdas, compraba vinilos, luego iba a la Alameda y los cambiaba por otros. Pero hoy hay muchísimos recursos. Hoy el gran reto es que los jóvenes tengan la capacidad de discriminar, de acceder a las buenas fuentes, de distinguir como decía Machado, los ecos de las voces.

Hoy el gran reto es que los jóvenes tengan la capacidad de discriminar los ecos de las voces

¿Qué propone a quienes comienzan?
Todo el mundo quiere tocar con velocidad, pero la clave está justo en lo contrario, en tocar lentamente cada nota, aislando y dándole importancia a cada sonido. Acostumbrarse a tocar lento pero limpio. Haciéndolo así, la velocidad estará servida. Recuerdo que Paco de Lucía me decía que le molestaba hacia dónde iba la guitarra actual, porque la mayoría se parecían a él, todos lo querían imitar “y yo, sin embargo, -decía- le toqué a Canalejas, al Sevillano, a Antonio Mairena, he bebido de Niño Ricardo, también de Sabicas, para tener mi voz”. Y eso es lo que le propongo a los estudiantes, acompañar la discografía de Antonio Chacón, Ramón Montoya, el canon de la Niña de los Peines, que en la época era revolucionaria. Trabajar con buenos modelos, para encontrar su propia voz, en aras de edificar pensamiento crítico.

¿Qué es para usted el flamenco?
Ha sido y sigue siendo una misión de vida. El flamenco no solo es una seña de identidad de nuestra tierra con una proyección universal. Es un camino muy fértil para lo que denomino la filología aplicada. Acercarse al flamenco es acercarse a los romances, es repasar el universo afectivo de los andaluces, una historia abreviada de la literatura española, acercarse a cómo entendían el flamenco Lorca, Alberti, Altolaguirre…, es abrir las puertas hacia otro concepto de filología.

La Colección Flamenco de la EUS

Ha sido galardonada con el premio nacional de edición y ha ofrecido un avance cuantitativo y cualitativo, ofreciendo estudios, nuevas fuentes, y cada uno de esos libros trata de encontrar nuevos caminos y desmentir cuestiones que se han ido transmitiendo. Es fruto de un programa de doctorado de la Universidad de Sevilla, fruto de la reelaboración de tesis doctorales, que ya no se concebían como tesis, sino como estudios monográficos. Paco Escobar ha tenido la fortuna de seguir el proceso de esas tesis, por lo que tiene un valor sentimental muy importante para el autor. Es por ello que recomienda a todos los especialistas del flamenco y a la comunidad científica, porque no solo aprenderán de flamenco.