Paula Schmid Porras
La profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales Paula Schmid Porras coordina ‘Juristas con Ucrania’. Esta una iniciativa parte de un grupo de alumnos de la Facultad de Derecho de la US para dar apoyo a las familias ucranianas que llegan huyendo de la guerra. Algunos de los servicios que prestan son acompañar y asesorar en la realización de los trámites necesarios para legalizar la estancia en España, así como la obtención del pasaporte, empadronamiento o tarjeta de Seguridad Social. Toda la ayuda que prestan es gratuita y sin ánimo de lucro.
¿Cuál es el origen de esta iniciativa?
Cuando estalló la terrible guerra de Ucrania, mis alumnos y yo estábamos consternados analizando jurídicamente los acontecimientos del conflicto geopolítico a diario; teniendo en cuenta que el curso pasado impartía la asignatura de Derecho Internacional Público, mis alumnos ya habían estudiado el Derecho de Asilo y la Protección Internacional.
Cuando comenzaron a llegar a España los primeros refugiados ucranianos, al ser abogada de Extranjería, recibía muchas consultas de ONGs y personas que ofrecían sus casas como familias de acogida y estaba desbordada ofreciendo asesoramiento legal en este sentido, hecho que comentaba en clase, pues había mucha incertidumbre sobre cómo se iba a tramitar la Protección Internacional de estas mujeres y niños en España y en la Unión Europea en general.
Mis alumnos me preguntaban qué podían hacer ellos para ayudar en esa causa. Dada mi experiencia en acogida humanitaria, les plantee la posibilidad de formar un grupo de trabajo que asesorara legalmente a los refugiados ucranianos; así los estudiantes tendrían la oportunidad de trabajar en casos reales, aplicando de manera práctica los conocimientos teóricos que habían aprendido en clase.
¿Cuáles fueron las primeras acciones?
Le propuse al decano del Colegio de Abogados de Sevilla la idea de organizar una sesión de información y asesoramiento abierta al público en sus instalaciones, con los estudiantes de Derecho como voluntarios paralegales y aceptó la propuesta, profesionalizando así la iniciativa.
Tras un par de semanas de preparación, en los que mis alumnos tuvieron que estudiar la normativa y las instrucciones que se aprobaron finalmente por parte del gobierno (junto al Código Deontológico de la Abogacía), convocamos a los ucranianos que ya habían llegado a Sevilla y a la sociedad civil sevillana solidaria con estas personas. Le dimos difusión a través de las redes sociales principalmente. Los estudiantes se movieron mucho, acudiendo incluso a instituciones religiosas para informar de la iniciativa. La experiencia ha sido un éxito rotundo.
¿Quién compone el equipo?
15 estudiantes del Grado de Derecho de nuestra Facultad, casi todos estudiantes míos de segundo curso y algunos antiguos alumnos de cursos posteriores especialmente interesados en la defensa de los Derechos Humanos. Esta dinámica fue perfecta porque los estudiantes mayores han coordinado a los más jóvenes de manera muy efectiva y responsable. La respuesta de los estudiantes ha sido excelente, absolutamente ejemplar. Después de dos años con exceso de pantallas por culpa de la pandemia, poder ejercer de futuros abogados, trabajando casos reales de refugiados, ayudando efectivamente, caso a caso, ha sido una experiencia muy enriquecedora para ellos.
Han tenido que acudir a la Policía Nacional y negociar con funcionarios en comisaría, acompañando a las ucranianas (y a sus niños) en persona durante todo el procedimiento administrativo; esto les ha motivado enormemente a confrontar a la administración pública de manera directa, cosa que no habían podido experimentar nunca. La barrera idiomática ha sido un desafío que mis alumnos han abordado con creatividad. Muchos estudiantes aspiraban a ser policías cuando comenzaron el curso y ahora se plantean ser abogados en el futuro, lo que me ha enorgullecido personalmente.
Los estudiantes mayores han coordinado a los más jóvenes de manera muy efectiva y responsable. La respuesta de los estudiantes ha sido excelente, absolutamente ejemplar
¿El grupo de trabajo tiene alguna vinculación institucional?
Esta iniciativa es 100 por 100 estudiantil. Hemos trabajado de manera voluntaria y en el marco de las actividades prácticas de mis clases. Los compañeros del Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales han felicitado la iniciativa porque supone una actividad de transferencia de conocimiento práctica e innovadora. Veremos en el futuro si podemos fundar una Clínica Legal en nuestra Facultad en la que los estudiantes, supervisados por abogados, puedan trabajar en casos reales.
La formación práctica de los estudiantes es algo vital en su proceso educativo. Los profesores asociados, como profesionales ejercientes, damos clase aportando nuestra experiencia en este sentido y los alumnos agradecen nutrirse de ese pragmatismo.
¿Estáis en contacto con otras universidades?
Somos conocedores de que otras universidades españolas, como la de Salamanca, han desarrollado iniciativas similares. Si, durante el curso que comienza ahora sigue existiendo demanda por parte de la sociedad y el equipo sigue operando, crearemos redes en toda España.
¿Cuántas personas han acudido hasta el momento para pedir ayuda?
Podemos decir con orgullo que hemos asistido a 19 familias; un total de 42 personas. Personas que tienen su protección temporal, su tarjeta sanitaria, su escolarización, etc. Documentos básicos para que puedan empezar una nueva vida en España. Se han tramitado más de 50 expedientes de protección internacional, ofreciendo un acompañamiento que ha sido muy valorado y agradecido por los refugiados provenientes de la guerra y por los sevillanos solidarios que estaban desorientados en este sentido.
¿Cuáles han sido las consultas más frecuentes?
Mis estudiantes han tramitado las solicitudes de protección temporal ante la Policía Nacional, permitiendo a los ucranianos residir y trabajar legalmente en España durante tres años. Además, han acudido a los distritos y ayuntamientos para ayudar a que las mujeres ucranianas se empadronasen y, así, poder matricular a sus hijos menores en los colegios de la provincia de Sevilla. También han tramitado la tarjeta sanitaria en los ambulatorios; había algunos niños que tenían que recibir atención médica de un pediatra urgentemente. Además, se les ha asignado un número de Seguridad Social para que estas personas adultas pudiesen empezar a trabajar directamente.
Tras estos meses de trabajo, ¿qué ayuda real han podido aportarles?
Mis estudiantes han ayudado de manera directa y efectiva a que estos refugiados puedan comenzar una nueva vida en Sevilla, ayudándoles en los trámites burocráticos básicos. Ahora estas mujeres pueden firmar un contrato de alquiler, darse de alta en la Seguridad Social, llevar a sus niños al colegio y acudir al médico en caso de requerirlo. Son personas que han llegado traumatizadas y desorientadas y nuestros alumnos han sabido tratarles con empatía, sensibilidad y cariño; me han enorgullecido estos jóvenes por su diligencia profesional, son la esperanza del futuro y mi motivación para seguir dando clase.