Una escuela en la que la naturaleza se abre camino
Colmenas, cultivos de pepinos y calabazas, coloridas plantaciones de claveles y margaritas… Pasear por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica permite adentrase en un espacio de color y alegría en el que la naturaleza se abre camino. En la fachada principal, un jardín mediterráneo con árboles frutales y un estanque con carpines dorados dan la bienvenida a su comunidad universitaria. El interior destaca por su calidez, con plantas verticales que cuelgan de las paredes, que hacen que la escuela resulte acogedora y familiar.
“Todo este tipo de jardines tienen una función estética y mejoran la calidad de vida de las personas”, resalta Víctor Manuel Fernández Cabanás, profesor del grupo de Naturación Urbana y subdirector de movilidad y relaciones internacionales. Fernández Cabanás explica que son los propios alumnos en sus asignaturas prácticas los que se encargan del cuidado de estos espacios.
Como no puede ser de otra manera, la ETSIA es un centro en el que predomina la formación práctica, que supone casi el 50% de la docencia. En esta escuela se imparte una titulación de grado, Ingeniería Agrícola; un doble grado, Ingeniería Agrícola y Ciencias Ambientales; un máster oficial y un programa de doctorado, además de otros títulos propios de posgrado.
“Nuestros alumnos serán los especialistas que convivan profesionalmente con agricultores y ganaderos, por lo que no se entiende la formación de un ingeniero que no haya trabajado directamente en el campo”, insiste el subdirector. Por todo ello, es muy habitual ver en los invernaderos a estudiantes cargando y entutorando plantas, realizando comprobaciones, observaciones e incluso comiendo algún fruto de la cosecha.
La ETSIA es una escuela retirada del centro de la ciudad ya que su “laboratorio de prácticas” está formado por grandes extensiones de terrenos, necesarios para que el alumnado experimente in situ. La escuela cuenta con invernaderos de cultivos herbáceos, zonas de cultivos leñosos (con olivos, cítricos, árboles frutales) y espacios con cultivos extensivos (cereales, girasoles). En estos terrenos estudiantes e investigadores profundizan en los estudios de sistemas de riego, control de plagas y enfermedades, entre otras áreas y asignaturas. También hay una nave para el cultivo de pequeños animales, como peces, conejos, gallinas o perdices.
Y es que, más allá de la formación tradicional, los docentes de esta escuela han sabido adaptarse a la nueva realidad, marcada por el cambio climático y la escasez de recursos. “Los estudiantes están preocupados por el medio ambiente y los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos, como la sequía.
Los profesores de la escuela intentamos darles una respuesta a estos retos en nuestras clases”, subraya José Enrique González, docente del departamento de Agronomía, que destaca la variedad de temas estudiados por los profesores de este centro.
Un centro para la convivencia
La vida en la ETSIA es cuanto menos aburrida, los estudiantes de las distintas especialidades y cursos mantienen contacto en los distintos espacios (bibliotecas, merenderos, laboratorios y campos de cultivo) donde comparten sus experiencias y anécdotas de clase, creándose así un ambiente muy cercano. “En el campo de cultivo de árboles, nos juntamos compañeros de todos los cursos, algo que nos beneficia para tener contacto como profesionales en el futuro”, añade Carmen Natalia Núñez, una de las estudiantes.
Este ambiente también se percibe entre docentes y miembros del personal de administración y servicios que colaboran mano a mano para preparar las clases de los laboratorios.
Los estudiantes están preocupados por el medio ambiente y los nuevos desafíos a los que se enfrenta la sociedad, como la sequía
Acuaponía y la fruta del dragón
Uno de los ejemplos del compromiso de la escuela con las técnicas de ahorro y economía circular puede verse en los invernaderos dedicados al uso de la práctica de la Acuaponía. Mediante este método profesores y alumnado combinan la producción de plantas con la producción de peces, de modo que los desechos de los peces son transformados en fertilizantes para las plantas, que a su vez ejercen de filtro biológico devolviendo el agua depurada al tanque de peces. Siguiendo esta técnica los alumnos están cultivando este año la famosa pitahaya o fruta del dragón.
Hoteles para insectos
La comunidad educativa del centro convive amigablemente con los distintos hoteles para insectos ubicados en la ETSIA. Su misión principal es ofrecer un refugio estable y acogedor para los insectos polinizadores. Abejas, avispas y otros himenópteros visitan y polinizan las flores plantadas alrededor y se cobijan en las cañas de madera donde se dedican a la crianza. Con este proceso, se promueve la cría y presencia de insectos polinizadores, fundamentales para el mantenimiento de la vida sobre la tierra.